22 de junio de 2007

Reflexión

Mi busqueda comenzó nosé cuando. Las añoranzas las recuerdo de siempre.
Ese deseo de ser amada intensamente y sin importar más que el sentimiento han vivido por siempre en mí.
He tenido amores de época y momentos, con los que me he sentido muy querida, pero no amada como yo sé amar. Me he permitido soñar, aunque no puedo hacerlo, yo tomé mi desición hace ya varios años, no soy libre para volar, pero si para imaginar. Emprendo mis caminos sin exigir nada más que amor, pero luego reaparece en mi la necesidad de que aparezca ese salvador apasionado y valiente que me rescate de este interminable y agotador sendero. Tal vez han sentido verdadero amor por mí, pero al no tener proyección se han limitado a sentirlo cuando se puede y lo han asumido tan racionalmente que no se permiten ir más allá. Me ha costado mucho llegar a creer que me quieren, cuando lo hago me entrego de cuerpo y alma, pero me cuesta muy poco aterrizar al darme cuenta que sólo me consideran cuando estoy con ellos, que nisiquiera parar por un momento a desear que podría quedarme para siempre. No sé si seguir mi busqueda, siento que el alma se deteriora en cada desencanto y que mi corazón llora cada vez más de soledad. Sólo le pido a Dios aceptar el camino principal que aunque no es el mejor, es el que yo elegí.